lunes, 23 de noviembre de 2009

El mundo digital, un futuro que ya ha llegado

El autor afirma que la adecuada comprensión de los cambios que importa la “sociedad de la información” se encuentra en la transformación de los átomos a bits.

Habla del mundo digital, ubicándolo en la disyuntiva entre televisión analógica y televisión digital, el ancho de banda y la transmisión de bits, la convergencia de medios y los multimedia, el desarrollo de una interfaz inteligente y personalizada, entre otros.

El desarrollo futuro de la informática apunta hacia la mejora de la interfaz, es decir, la optimización de la interacción entre computadoras y personas.

Se ocupa además de la “era industrial” caracterizada por la producción en masa y la fabricación de átomos mediante métodos uniformes y repetitivos.

La “era de la información”, es una reproducción de la economía a escala pero centrada en la producción de bits.

En la “era de la postinformación”, las fuerzas dominantes no son sociales, raciales o económicas, sino generacionales. La diferencia entre quienes tienen y quienes no se asienta sobre el distingo entre jóvenes y viejos frente a las nuevas tecnologías.

Multitudes inteligentes: la próxima revolución social

El texto aborda las posibilidades que nos brindan las nuevas tecnologías al momento de abordar y analizar un problema.

En la sociedad contemporánea, todo se esta relacionando a la cibernética y la tecnología. Se modifica así la organización social, pues se proponen nuevas maneras de organizar la misma, nuevos medios para comunicarse, diferentes formas de interactuar.

Por ejemplo, con el Internet, se han creado redes sociales que modifican la manera de relacionarse con el otro. Ya no se hacen llamadas telefónicas, con un simple comentario en Facebook probablemente alguien te envíe una tarea.

El autor habla de tres leyes:
1. Moore – Mayor capacidad - precio (abaratamiento)
2. Metcalfe – mayor nodos – utilidad
3. Reed – capacidad de una red se multiplica a medida que más personas la utilicen

Al mismo tiempo, da un concepto de multitud: para él, es un vehículo, que permite reunir y transformar elementos, objetos, personas y cosas, difuminando las distinciones sociales.

Éstas, al formar parte de un sistema, están agrupadas en redes, una nueva forma de organización social, constituidas por nodos y enlaces, emplean muchas rutas posibles para distribuir la información y están autorreguladas.

Internet. ¿Y después? blah blah blah...

En este libro se pretende comparar los pros y contras de los medios de comunicación de antaño y de los nuevos, como el Internet. Se reflexiona, así, acerca de los nuevos medios de comunicación, su rol dentro de la teoría de la comunicación y sus contribuciones.

Se parte de la idea de que las innovaciones tecnológicas ayudan a la comunicación, pero no necesariamente contribuyen a la transmisión cada vez más rápida de una mayor cantidad de información, por la difícil comprensión entre individuos.

Internet no crea de la nada una sociedad donde la información circule libre y en la que las relaciones sociales se modifiquen de forma milagrosa.

Así, Internet no puede sustituir a la televisión, a la radio o a la prensa escrita en sus roles de comunicadores sociales. Entonces aparece la necesidad de reglamentar o regular los nuevos medios de comunicación para perpetuar la libertad de comunicación.

De este modo, el autor dice que una verdadera revolución sólo existe cuando una innovación tecnológica se encuentra con una mutación cultural y social de los modelos de comunicación. Y no sería éste el caso de Internet por las limitantes que pone a la circulación de la información, pues para él, el acceso directo a la información, sin control y sin intermediario, no constituye un progreso para la democracia sino una regresión y una amenaza.

Wolton agrega que el público está dotado de inteligencia crítica, pero mirar no significa adherir a lo que se mira. La televisión permite ampliar la capacidad de comprensión del mundo. Hablar de enajenación supondría pensar que el gran público ha perdido su capacidad de elegir libremente.

El Eros Electrónico

Se trata de una crítica al audiovisual, que gobierna a las sociedades contemporáneas, manipulando sus emociones.

El autor habla del “ocio electrónico”. Lo sitúa en 1959 con la aparición de las emisoras de frecuencia modulada y la posibilidad de comprar discos y tocadiscos a bajo precio.

Con el avance de la tecnología se presentan más posibilidades de adquirir este tipo de artefactos y las funciones de cada uno aumentan, al punto en que se vuelven obsoletos y son sustituidos por otros. Aparecen así la alta fidelidad, la estereofonía, las radios de los automóviles, los walkman… y actualmente podemos hablar de cámaras web, iPods, telpefonos con tecnología Wi-Fi…

No sólo se transforma la tecnología. El entorno no es ajeno al tiempo y a los avances: los lugares comunes cambian de nombre y de significación, surgen y se propagan sub-culturas que más tarde desaparecen o son absorbidas por la cultura.

El autor dice que la aparición de la televisión modificó de manera radical la vida cotidiana. Por ejemplo, con la televisión surgen los videoclips, un género desconocido hasta entonces, y la monopolización de MTV en los comienzos de éstos.

Gubert dice que el videoclip como nuevo género audiovisual, se apropia de las enseñanzas del cine de vanguardista ruso y utiliza sus recursos persuasivos ignorando y despreciando las reglas sintácticas y gramaticales del cine de las vanguardias.

Sin embargo, al conectarse con la juventud, el videoclip fascina, seduce e hipnotiza hasta el punto de sólo llegar a saciar la ansiedad con la compra del producto deseado. Aquí Gubern establece un paralelismo entre los compradores de videoclips y los consumidores de la parafernalia pornográfica.

Para el autor, la televisión cumple una función específica desde sus comienzos: el es intermediario entre el hombre y la sociedad, y tiene el poder de manipular las emociones, por ejemplo, con la publicidad y las telenovelas. La televisión se constituye entonces como un aparato distractor que proyecta estilos de vida y crea necesidades.

La utopía de la comunicación

El concepto utopía se refiere a un mundo ideal, y por tanto imposible, sin importar los medios o las acciones que se tomen para alcanzarlo.

En 1949 Weiner escribió The Human Use of Human Beings. En esta obra desarrolló dos tópicos importantes: las razones por las que la comunicación debe volverse un valor central, y su temor al caos social, oponiendo dos conceptos: información y entropía.

Wiener sostiene que las sociedades humanas no pueden comprenderse más que en términos comunicativos: las “sociedades abiertas” serán aquellas que estén informadas, y las “sociedades rígidas” las que estén a punto de caer por la entropía.

Para comprender a Wiener hay que situarlo en su contexto, la Segunda Guerra Mundial y la guerra Fría, en el que se sensibilizan los investigadores e ingenieros frente al tema de la responsabilidad social.

La entropía describe el desorden inverso del orden generado por la información, fue tomada de la termodinámica para aplicarla al campo de la información.

Lo opuesto a la entropía es la información que circula para que los sistemas sean “abiertos”. Wiener estaba convencido que existía una noción unificadora global: la comunicación, como fuente y clave de la existencia de todos los fenómenos naturales y artificiales.

La sociedad puede comprenderse solamente a través de los mensajes y de las facilidades de transmisión. Así, una sociedad determinada, está completamente constituida por los mensajes que circulan en su interior, por lo que la sociología y las ciencias sociales deben revisar el conjunto de las informaciones y los medios por los que circulan.

Si los canales de comunicación se mantienen abiertos en beneficio del aprendizaje, se darán las condiciones para instaurar una “sociedad de comunicación”. Las máquinas de comunicar mantienen abiertos los canales, por ejemplo, la computadora. Por un lado es una máquina cuya invención fue posible por el avance tecnológico, por otro lado, es una máquina para comunicar.

Weiner plantea que una sociedad está constituida naturalmente por sus comunicaciones, por lo que es necesario identificar la naturaleza exacta de los patrones de comunicación que una sociedad privilegia. Esta distinción significa que una sociedad pudo dotarse de una red de comunicación de una perfección sin igual en la historia y, al mismo tiempo caer en decadencia porque esta red no se usa para “comunicar verdaderamente”

Si bien la comunicación es la base de la sociedad, esta permite que se perpetúe y las máquinas construidas para comunicarse están en la primera línea para asegurar esta perpetuidad. Los especialistas en técnicas de comunicación jugaron un papel fundamental en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y la guerra Fría.

La bomba atómica constituyó para muchos científicos un golpe moral y psicológico significativo, dicho acontecimiento contribuyó al crecimiento de un sentimiento de responsabilidad, puesto que la explosión de las dos bombas atómicas cambió la opinión pública respecto a la ciencia. Antes el científico, siempre fue un hombre de paz, pero su participación en las masacres durante la guerra cambió la percepción que se tenía de él.

Este compromiso aumentó durante la Segunda Guerra Mundial, donde la psicología, las técnicas de propaganda y la desinformación fueron utilizadas masivamente desde la Primera Guerra Mundial, desembocando en mejorar las técnicas de comunicación.

Las matemáticas aplicadas, el cálculo y el tratamiento de la información en todas sus formas fuero ciencias demandadas durante el conflicto armado. Von Neumann, el inventor de la computadora, fue el mayor de los matemáticos en la guerra.

Terminada la guerra, muchos científicos optaron por enlistarse a las filas del gobierno. Otros como Weiner protestaron: la responsabilidad de los científicos como creadores es evaluar las circunstancias políticas y sociales que consideran más apropiadas para poner o no el resultado de sus trabajos en manos de dirigentes políticos: los científicos deben controlar el uso social que se hace de la ciencia.

La era del vacío

Lipovetsky aborda la conmoción de la sociedad contemporánea, considerando su entorno, ideología, creencias, etc. Se trata, pues, del individuo contemporáneo dentro de la era del consumo masificado.

El autor cree que a partir de esta era del consumo surge una forma de control del comportamiento y la diversificación de los modos de vida, que afecta a las creencias, las ideologías y los roles.

Se dice entonces que aparece una nueva fase en las sociedades occidentales, denominado el proceso de personalización, que gira entorno a la novedad.

Esta condición modifica, evidentemente, la forma de organización de una sociedad dada, las sus significaciones, valores y el modo de actuar de los individuos que la componen. Se forma, entonces, una sociedad basada en la información y en la formación (creación, exaltación) de necesidades individuales.

Se presenta así el narcisismo, hedonismo, la exaltación personal y egocéntrica. Así, la lógica individualista proyecta sus valores de un individuo a otro, tejiendo una compleja red que se proyecta en la organización social.

Este proceso de personalización surge como el fin de la edad moderna para dar paso a la sociedad postmoderna, caracterizada por la indiferencia, el sentimiento de reiteración y estancamiento, la autonomía privada, la innovación superficial, el aquí y ahora, sin contemplar el futuro y el consumismo, que se extiende hasta la esfera de lo privado, propagado por los medios de comunicación masiva.

En esta nueva concepción de una sociedad postmoderna, se pasa de un individualismo limitado al individualismo total. Los “anti-valores” individuales se propagan cual peste y afecta a los miembros de una sociedad.

Esta era postmoderna esta obsesionada con la información y la expresión, donde todos podemos ser el locutor y ser oídos; La expresión gratuita, la prioridad del acto de comunicación sobre lo comunicado, la indiferencia por lo comunicado, la comunicación sin objetivo ni público, el emisor se ha convertido en el principal receptor. Hay una necesidad de expresarse en sí, aunque sea para si mismo, comunicar por comunicar, expresarse solo por el hecho de expresar, es decir, la lógica del vacío.

La condición posmoderna. Informe sobre el saber.

El autor parte de la idea de que el conocimiento, el saber, la información, etc. cambian de estado de las cosas, mientras que las sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las culturas en la edad llamada postmoderna, la era de la información. Así, el saber se encuentra afectado en dos principales funciones: la investigación y la transmisión de los conocimientos.

Para el autor, el término “postmoderno” designa el estado de la cultura luego de las transformaciones del siglo XIX que afectaron la ciencia, la literatura y las artes. La era postindustrial la ubica a finales de los años cincuenta, hacia el fin de la reconstrucción europea luego de la Segunda Guerra Mundial.

En esta obra encontramos el primer acercamiento a “las máquinas de información” que se manejaran en los siguientes textos. Aquí, las máquinas de la información afectan la circulación de los conocimientos, pues se modifica la naturaleza del saber, en el sentido de que el conocimiento no puede pasar por los nuevos canales, y convertirse en operativa, a no ser que el conocimiento pueda ser traducido en cantidades de información.

Así, es fácil suponer que todo lo que en el saber constituido no es traducible se dejará de lado, y la orientación de las nuevas investigaciones dependerá de la capacidad de “traducir” los resultados de éstas al lenguaje de las máquinas de información”. Se habla entonces de “los productores del saber”, como aquellos que poseen los medios de traducción de esa información.

Con la hegemonía de la informática, se ha impuesto cierta lógica y ciertas reglas que se refieren a los enunciados “de saber”. Con esto se da una exteriorización del saber con respecto “al sabiente”, aquellos que tienen acceso a la información traducida por las máquinas.

Así, dice el autor, el antiguo principio de que la adquisición del saber es indisociable de la formación del espíritu, e incluso de la persona, cae y caerá todavía más en desuso. Se llega, entonces, a una etapa en que el saber es y será producido para ser vendido, y es y será consumido para ser valorado en una nueva producción, al final será cambiado.

Con el planteamiento del autor, se puede concluir que conforme las sociedades se informatizan de esta manera, el tener información deja de ser un instrumento del saber para ser un instrumento de control y regulación

Contracultura











 

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